Desde lo alto de los montes situados entre los valles de los ríos Lea y Artibai, un hermoso paisaje natural se eleva paralelo al cielo y desemboca en el mar.
La villa de Ondarroa es una localidad sembrada de casas marineras que inundan la costa de color y que pueden ser divisadas desde el interior y también desde el mar. El casco histórico de la villa está compuesto por cuatro calles medievales que convergen en la iglesia de Santa María, erigida en la localidad a modo de defensa y en busca de protección.
En esencia, esta ruta busca retomar el camino del paisaje. Y por ello se introduce entre curiosas formaciones rocosas para llegar ante la fachada de San Miguel de Aretxinaga, una hermosa ermita barroca del siglo XVIII que guarda una seductora leyenda en su interior.
El camino continua y cerca del monte Oiz una calzada empedrada comunica el arte gótico de la colegiata de Zenarruza con Bolibar, población natal del conocido libertador.